No Quería Tener A Su Hijo Y Decidió Abortarlo, Pero Días Después La Vida Le Dio Una Tremenda Lección Que Jamás Olvidara…
Mariana es una joven de 18 años que acaba de graduarse de
secundaria y está a punto de entrar a la universidad. Sin embargo, se entera
que está embarazada y se lo cuenta a su “aventura” a quien no le agrada la
noticia.
Un día, sin decir una palabra, se mueve de ciudad y nunca
más vuelve a saber de él. Ahora, a Mariana la mata la agonía y la preocupación
por la situación con la que tiene que lidiar.
¿Cómo se lo diré a mi familia? ¿Qué pasará con mi vida?
¿Cómo podré estudiar en la universidad con un bebé y sin el apoyo de su padre?
¿Qué dirán y pensarán los demás de mi cuando se enteren? Mariana se sentía sin
esperanzas. En su desesperación, la joven consigue unas pastillas que la harán
perder el embarazo y se las toma.
Esa noche, le pidió permiso a su madre para dormir en la
casa de su amiga. Ella alegaba que tendrías un picnic como despedida de
secundaria. Su madre, sin preguntar ni nada, simplemente accedió a la petición
de su hija. Entonces tomó un taxi y se fue a la casa de sus amigas a pasar la
noche.
Mariana, su amiga y su hermana estaban en la casa solas,
pues sus padres se habían ido de vacaciones. Ellas no eran para nada una buena
influencia, pues salían todas las noches. Ellas ayudaron a la joven a tomarse
las pastillas y estuvieron monitoreándola. Entonces, Mariana se acostó en el
sillón a esperar los efectos.
Comienza la pesadilla
Luego de cinco horas, la joven empezó a sentir un fuerte
dolor en su vientre. Al poco rato, empezó a sangrar mucho. Sus amigas,
asustadas, la llevaron al baño, pensando que era parte de los efectos de la
pastilla. Pero decidieron no decir nada, pues creían que se le pararía en un
rato. Por fin amaneció y Mariana tomó otro taxi y se fue a su hogar.
Allí, entro lo más rápido que pudo a su habitación, para
que nadie la viera adolorida. Sin embargo, su madre al notar que no salía en todo
el día, subió a su habitación para verla. Cuando abrió la puerta, vio a su hija
bañada en sangre y prendida en fiebre.
Muy asustada, la joven decide hablar con su madre de lo
sucedido, quien llama a una pequeña clínica para que la atiendan. Como en ese
país los abortos eran penados por la ley, su madre tuvo que pagar mucho dinero
para que no se informara a las autoridades lo sucedido. Entonces, los doctores
accedieron a atenderla, terminar el proceso de aborto y salvarle la vida a su
hija.
La joven salió muy bien de la operación y, como su
recuperación fue muy pronta, la dieron de alta 2 días después. Sin embargo, los
dolores nunca desaparecieron, aunque los días pasaba, todavía permanecía allí.
Ocho días después, el dolor volvió a ser muy intenso, por lo que Sonia, la
madre, decidió llevarla a la clínica.
Otra vez en la clínica, madre e hija se llevaron la
sorpresa de sus vidas. Cuando los médicos la examinaron, escucharon latidos en
el vientre de Mariana. Todo era muy claro, el embarazo era de mellizos, y ella
había abortado a uno de ellos. Ahora, la vida del segundo feto estaba
desarrollándose en su vientre.
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